domingo, 18 de septiembre de 2016

¿ SOBERBIA O DERROTA ?





Nos han enseñado tantas normas, reglas, ideas y conceptos que mucho de nosotros hemos perdido la capacidad de decidir claramente sin prejuicios o ideas preconcebidas. Muchos de nosotros nos sentimos rebeldes ante la sociedad..., el mundo y la vida que nos rodea, y la única forma de mostrar nuestra disconformidad es a través de la rebeldía... y la no aceptación de lo que nos dicen los demás…


Queremos llevar siempre la razón y no admitimos dársela a otros. Esto ha creado en nuestro interior un mundo lleno de rebeldía hacia todo y todos los que nos llevan la contraria, no somos capaces de aceptar que no siempre tenemos la razón y que nos podemos equivocar..., no escuchamos nuestro interior ni lo que otros nos dicen, ya sea conscientes o inconscientemente.


Nos aferramos a nuestra visión, a nuestra idea sobre cualquier concepto, situación o experiencia, con lo cual nos asentamos en un lugar llamado soberbia..., que no es otro espacio que aquel en el cual imaginamos, inventamos o soñamos nuestra visión, idea o creencia cumplida.


El hombre en su mayoría ha vivido la soberbia en momentos o durante toda su vida, esperamos que nos den la razón, buscamos la aprobación de los otros y si no, los demás están equivocados, creemos que nadie más que nosotros está en uso de la verdad... No aceptamos la derrota de ningún tipo..., justificamos y nos aferramos a situaciones, ideas y experiencias. Entonces, no somos objetivos, no somos imparciales y todo aquellos que nos lleva la contra están equivocados..., inventamos excusas, justificaciones y acciones para intentar convencer a los demás...


El ser humano debe dejar atrás su soberbia y aprender que la derrota nos sirve para ser un poco más humildes, más sencillos y a estar un poco más en esta tierra…
Cada derrota es sólo la falta de atención adecuada a nosotros mismos y a nuestro alrededor, no queremos oír lo que se produce y sucede en nuestro interior. El fracaso es muchas veces sólo resultado de no querer ver..., oír y aceptar las señales que se nos mandan...


Cualquier derrota sólo es la falta de apertura con nuestro Centro corazón y no saber ver las señales que se nos muestran…


El amor no conoce de derrota..., el disfruta de la felicidad de los demás y de la suya, el amor está en oír a los otros, en escuchar sus alegaciones, sus opiniones y prestarle sólo la justa atención de lo que nos dicen, sin por ello, entregarle nuestro poder de decisión o actuación...


El hombre debe saber para qué nos sirve la derrota?…, es para averiguar dónde falla o falta algo, donde no somos conscientes de que hay algo que cambiar...


Muchas veces la derrota es fruto de nuestra soberbia..., de no escuchar entre líneas, de no discernir lo blanco de lo negro, de no ser capaces de actuar con coherencia con nosotros mismos, de la inseguridad que nos produce prestar atención a los otros, cuando no somos capaces de ver lo que está más allá y en nuestro interior.


La soberbia está más allá de la rebeldía, porque la soberbia sólo es producto del ego, de la personalidad... y la rebeldía es la razón necesaria para llegar al cambio deseado y soñado…


El hombre ha ido creciendo con la educación y la soberbia, sin saber que cada palabra, cada gesto, cada movimiento dirigido hacia nosotros o hacia otros, nos lleva a decidir siempre entre la soberbia, la humildad y la claridad de un corazón libre de apegos, de herencias e ideas programadas sobre cualquier objetivo u objeto...


El soberbio es aquel que no acepta no tener razón..., es aquel que se pierde en la cólera del grito..., de la ira, o del silencio pero sin darse cuenta de la futilidad de esto... El soberbio sólo es capaz de escuchar su ego…, su personalidad y mente que le dice que eso que piensa, siente o desea es la única realidad y verdad posible...


Debemos liberarnos de todo el ruido externo que nos rodea, debemos dejar atrás definitivamente la soberbia y el egoísmo donde el ser humano aún hoy se encuentra, quizás aún sin ser conscientes de ello..., esto no quiere decir que no oigamos el ruido externo, sino que debemos  aplicar la humildad, la sencillez y la claridad para discernir el ruido exterior, para ver lo que nos muestra ese sonido, parar un poco y ver qué hay de verdad en ese ruido...


Nuestra Verdad está muchas veces disfrazada de soberbia..., personalidad, rebeldía descontrolada, inseguridad y exceso de autoestima al no ser capaces de ver lo que otros nos enseñan con sus acciones, palabras, silencios y actos...


No podemos dejarnos vencer por la soberbia de la rebeldía desmedida.., donde sólo oímos el barullo de la personalidad que busca sentirse colmada y saciedad de vanidades y apariencias. La rebeldía constructiva nos educa desde el silencio..., desde la integración de toda nuestras personalidades..., observando y estando alertas de nuestros comportamientos, actitudes, elecciones y acciones…


Cada fracaso es producto de la soberbia desmedida o de una mala información..., es producto de no saber escuchar con discernimiento, claridad y consciencia. Pero cada fracaso produce una reacción fundamental en nosotros, que debe ser aprender de ello…, para así no se repita…, cada fracaso abre una nueva puerta, abre un nuevo rincón oscuro en nuestro interior que debemos llenar de luz y amor..., para así dar paso a un humano más despierto..., un individuo capaz de aprender de sus errores y de las mentiras que él mismo se cree o se crea...


La vanidad del hombre nos ha llevado muchas veces a lugares indeseados, donde hemos querido solventar situaciones que no nos pertenecen, que se nos escapan de nuestras manos y que por diferentes motivos hemos asumido como propios, no podemos querer salvar el mundo nosotros solos, podemos participar en el cambio, es más debemos ser activistas conscientes…, pero desde nuestro orden interno, desde la comprensión de que todo tiene un porqué y un para qué... Nuestro objetivo debe ser siempre la humildad del que escucha sin ninguna pretensión, idea, intención de  reconocimiento, merecimiento o gratificación... Cuando aprendemos a Escuchar verdaderamente, abrimos la puerta del Corazón…, aquella que no conoce de distracción, mentira o engaño.

Aquel que aprendió a Escuchar, encontró en su corazón la luz de la Salvación..., la luz de la Verdad, de su Intuición más profunda donde nunca nadie más puede volver a hacerlo sentir engañado o traicionado...

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